Cuando vuelves a un local, 10 años después de haberlo descubierto por primera vez y, te sigue sorprendiendo e ilusionando tanto gastronómicamente como por su encanto, es que ese local tiene algo especial.

Y no es que siga siendo lo mismo, ni mucho menos, es que es mucho mejor… Manteniendo la esencia del local que José Santiso padre llevaba, su hijo José, dándolo una arriesgada vuelta de tuerca más, teniendo en cuenta el mérito que tienen los que evolucionan y arriesgan, y más cuando la cosa funcionaba, ha sabido dotar al local y a su entorno de una visión ecológica en su gastronomía, con una implicación que podríamos llamar en “I + D”, que no deja indiferente a nadie.

A nosotros, particularmente, nos ha encandilado con sus productos de huerta ecológica, sus carnes seleccionadas de animales cuidados y alimentados como hace 100 años, sus helados de productos ecológicos que hacen volver al paladar los sabores olvidados hoy en día, a lo que las cosas deberían saber…, en definitiva, una carta en continua evolución adaptada a lo que la tierra, de manera natural, sin aditivos ni prisas, nos ofrece en cada momento y que se podría resumir en la frase que nos dijo José Santiso hijo en ese tono gallego característico… ” ¿Tu ves tomate en la ensalada?, no, ¿verdad?, pues es que ahora mismo no hay tomates en la huerta…, cuando los haya, pues los pondremos !!!…

Todo ello, manteniendo la esencia de un sitio con el encanto del pasado donde aún podemos ver de vez en cuando a José Santiso padre tocando la gaita entre las mesas y situado al final de los caminos difíciles que hacen más escondidos los sitios que merece la pena visitar.